La imágen y la palabra. La complejidad de los Lenguajes.



La palabra se creó para ser escuchada, leida y por el carácter transformador del ser humano, subjetivizada.
La imagen es un soporte cargado de implicaciones estéticas y semióticas. Un lenguaje evocador, manipulable, verbalizador... La imagen puede expresar los conflictos contemporáneos, las escenas costumbristas, las vanalidades del ser humano, sus egos y las múltiples expresiones en variados contextos.

Comprender una imagen estética, sus procesos y sobre todo entender la desaparición o la ausencia de toda verdad inmutable es una verdadera labor artística, tan cierta como llena de artificios y engaños. Utilizar la complejidad de la palabra para añadir un valor exógeno al de la propia imagen es una función contemporánea que implementa, oculta o vislumbra el Lenguaje.

El historiador decide lo que se debe recordar así como lo que se desea olvidar. La imagen puede permanecer comunicando diferentes mensajes. La memoria colectiva determinará la forma en como las miradas opulentas y nuestras existencias en este mundo serán perceptibles, en menor o mayor grado, de opacas realidades.

Re-escribir y re-significar una imagen, un cuadro o cualquier acto creativo, como en un palimpsesto, no siempre retiene las huellas del mensaje original y es causa de espejismos de espectros reales y contradictorios.

Como dice Foncuberta la fotografía ya no es escritura sino lenguaje. Extrapolado a la pintura, el lenguaje y su escritura, desde mi desenfocable óptica, siempre estuvieron complejamente entrelazados y desde las primeras improntas del ser humano en su camino evolutivo.

Proceso introspectivo pro-creativo.